jueves, 28 de mayo de 2015

MAYO: SOLEDAD

“LA NIÑA SOLITARIA”
Desde muy pequeña Sandra había sido una niña solitaria en el colegio y también fuera de él. Cuando estaba en Infantil se le podía ver en un rincón del patio del recreo jugando con la arena, mientras el resto de sus compañeros correteaban y jugaban unos con otros. En una ocasión, su clase fue a visitar una panadería que había cerca del colegio y la seño pidió que se cogieran de la mano de dos en dos; en aquella ocasión… casi, casi, llega a estar junto a un compañero, pero a pesar de ser veinte en el aula, al final fue cogida de la mano de su seño, ya que ninguno la llegó a acompañar.
En clase no era un genio, pero tampoco era de los que le costara hacer sus tareas, acabándolas siempre a su tiempo y aprobando todas las asignaturas. Sin embargo, cuando estudió Primaria, seguía siendo la niña más solitaria del colegio. Por mucho que sus maestros -de vez en cuando- cambiaran a los niños de mesa, ella siempre se quedaba sola. Cuando salían de excursión, el asiento de su acompañante siempre se quedaba vacío y nunca tuvo pareja para practicar los juegos en la clase de educación física.
 Su padre y su madre tenían muy asumido que no era una chica popular y que la soledad era su única compañera; a pesar de haber hecho todos los intentos que estaban a su alcance para que su hija fuese aceptada por el resto de los compañeros.
Para de leer un momentito y piensa un poco en Sandra. ¿Has parado de leer?, pues si no lo has hecho, hazlo durante un momento y luego continúa la historia.
Posiblemente os dé pena de una persona como Sandra y no os gustaría nada estar en su lugar; sin embargo quizás os estéis haciendo una idea equivocada de ella, ya que muchas veces las apariencias engañan.
 No era que sus compañeros le hicieran el vacío por alguna razón caprichosa. Lo hacían muy a pesar de ellos, ya que desde que estaba en Infantil y se acercaban a ella, lo primero que recibían era un gruñido, un empujón o se daba la vuelta para que nadie pudiese estar a su lado. En las excursiones ponía el pie en el asiento para impedir que alguien se sentara a su lado; así como siempre se hacía la despistada o la sorda, en clase de Educación Física, para que no la escogieran como compañera.
 Hay personas como Sandra, que no son amigas ni de ellas mismas, y por muchos esfuerzos que hagamos los demás, mientras no hagan ellas por cambiar, seguirán siendo unas eternas solitarias.

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